Martes 16. IX Festival Internacional de Música de Concierto 2018.

23 de Octubre de 2018
IX Festival Internacional de Música de Concierto,
Otoño 2018.
Consideradas verdaderos “tesoros inesperados”; ya que el compositor, había
decidido retirarse y no publicar más. Sin
embargo, inspirado por la virtuosidad de su amigo, el clarinetista Richard Mühlfeld; Brahms compuso
-en 1894-, dos Sonatas para Clarinete y piano, Op. 120.
En 1895 publicó simultáneamente versiones para clarinete y viola; más tarde, otra
para el violin. No obstante, Brahms siempre tuvo especial preferencia por las originales
compuestas para el Clarinete. Esta noche escuchamos la versión original de la Sonata
para Viola y piano, Op. 120, No.1, arreglada por el compositor mismo. La transferencia para Flauta
de la Segunda Sonata, no fué hecha por el.
Chingiz Mamedom (Viola) y Wojciech Nycz (Piano) presentaron una
interpretación intensa con carácter apasionado, donde la Viola con su timbre y
color característico (triste,
nostalgico);
nos parece ofrecer -por mucho-, una mejor opción por las capacidades de
expresión que ofrece, para manifestar los estados de animo tan elusivos,
contenidos en la totalidad de la Sonata.
Desde el comienzo, los músicos mantuvieron la naturaleza lírica del primero
movimiento; siempre también, controlando la sonoridad amplia y generosa del Allegro, que a
mi parecer, es uno de los más hermosos, que Brahms haya compuesto.
En el Andante, Chingiz Mamedov, interpretó a perfección, el carácter melancólico,
de ensueño, en el registro medio de la Viola, sus timbres y colores tonales. W.
Nycz se unió a diálogo y discursos, conteniendo la generosa sonoridad del
piano.
En el Intermezzo lograron establecer el carácter, similar y espontáneo, muy
parecido al Länder austriaco.
Seguido al intermedio, las Dos Canciones para Contralto y piano, Op. 91, en
la magnífica y amplia voz de Rosa Muñoz.
Por momentos, una voz tan grande pareció no apta para una Sala de Concierto
tan chica; tampoco para interpretación de Lieder, en su forma más íntima. Rosa
Muñoz es poseedora de un instrumento vocal maravilloso, con timbres y colores
brillantes, al mismo tiempo que aterciopelados, son de una calidad plena en
musicalidad. Dos canciones que difícilmente podemos concebir para otro tipo de
instrumentación, Brahms da tratamiento a la Voz y Viola, como instrumentos
iguales, intercambiando en su diálogo y registros, una refinada exploración de
timbres y colores.
La Sonata Op. 120, No.2, en su versión para Flauta, fue interpretada con
acierto, de forma relajada y expansiva.
Estructurada en tres movimientos; sin embargo, se desarrolla a través de
una poco usual sucesión de movimientos, los cuales terminan en el último set de variaciones que
el compositor escribió. Tanto María Vakorina (Flauta), como Wojciech Nycz
(Piano), descodificaron con claridad, las demandas enormes del estricto estilo
en la composición de Brahms.
La obra destaca por una engañable subjetividad y simplicidad, debido a su
madurez y paradójicos efectos, a través de los cuales Brahms explora colores y
posibilidades de expresión.
Los músicos encontraron el balance adecuado, hacia la intención subjetiva del carácter luminoso de la pieza, su tranquilidad interior y gentil final. A pesar de su carácter enérgico y dramático, esta Sonata presenta una atmósfera positiva y calma, y es precisamente aquí, donde manifiesta su grandeza.
Vakorina ofreció una interpretación madura, sin mayores problemas en su
casi perfecta técnica de respiración, para el sostenimiento de las largas
frases, de forma clara y precisa, prístina.
Al final y a manera de Encore, todos los músicos que participaron esta noche,
se unieron en ensamble, para la interpretación del conocido Wiegenlied o
canción de cuna, de Brahms, cerrando una noche totalmente satisfactoria en
aciertos; personalmente, la más interesante del Festival.
José Alberto Peláez Valdivia, Critica Musical.
Video cortesía de: Ola TV.
Concierto: Descubriendo a Brahms.